Castelo Branco, está situada en el centro del país. Es uno de los 18 distritos que lo conforman, y, es, capital de la Beira Baixa portuguesa.
Poco se sabe de la historia de Castelo Branco antes de la llegada de los Templarios. La fundación de la ciudad se atribuye a los Caballeros del Templo, que habrían levantado el castillo y las murallas entre 1214 y 1230. Castelo Branco recibió de la Corona el título de villa notable, pocos años después. En el centro histórico de la ciudad encontramos el castillo templario, el «Castillo Blanco». Castelo Branco, era una ciudad fortificada, con calles estrechas y edificios con una gran puerta para el caballo y una puerta estrecha para el caballero y su familia. Así como, dos importantes iglesias cuya riqueza merece una visita con tiempo: la Misericórdia y la Iglesia de São Miguel.
Más adelante, D. Nuno de Noronha mandó construir el suntuoso edificio del Paço Episcopal, símbolo de la importancia que, por aquel entonces, tenía la villa a nivel nacional. Dentro del Paço Episcopal, encontramos el Jardim con el mismo nombre. Allí, encontraremos impresionantes miradores que nos ofrecen una visión panorámica y espectacular del entorno.
Y, para completar el recorrido, pasaremos por el Convento de Santo Antonio dos Capuchos. Aún hoy las callejuelas exhiben, orgullosas, casas del siglo XVI con puertas y ventanas decoradas, símbolos de la riqueza de los comerciantes que vivían en ellas.
Con el paso del tiempo, la ciudad ha ido acumulando patrimonio, y, si sus colchas bordadas son famosas más allá de las fronteras portuguesas, también la arquitectura y la gastronomía locales justifican una visita. Con un ritmo de crecimiento que contrasta con la tranquilidad del entorno rural en el que se encuentra, Castelo Branco reúne lo mejor de ambos mundos. Ven a explorarlos.