La «muy noble, antigua y leal Villa» de Valencia de Alcántara se encuentra al oeste de la provincia de Cáceres y forma parte del Parque Natural del Tajo Internacional. El municipio, compuesto por la villa y varias pedanías, se sitúa en la frontera con Badajoz y con Portugal, lo que ha condicionado su historia a lo largo de los tiempos.
El enclave de la localidad ha sido poblado desde muy antiguo, como lo atestigua su renombrado conjunto megalítico, declarado BIC con categoría de Zona Arqueológica por ser uno de los más importantes de Europa. Sus 41 dólmenes pueden verse diseminados por los hermosos parajes de la campiña Valenciana y sus pedanías. El destacado dolmen del Mellizo es una seña de identidad de esta población. Pero de esta época no solo encontramos dólmenes, también arte rupestre como el del abrigo de Puerto Roque, justo en la frontera portuguesa.
Aunque la mayor relevancia histórica de Valencia llega con la Edad Moderna, por ser un punto fronterizo de cara a las guerras con el reino luso. La villa fue protagonista de varios combates y pasó de una mano a otra varias veces, llegando a estar algo más de veinte años en poder portugués. A esta época pertenece su fortificación, un reciento abaluartado del típico estilo del XVIII, cuando tienen lugar la restauración y mejora de la fortaleza que ya existía desde el siglo XIII. Junto a ella se alza la Iglesia de Nuestra Señora de Rocamador, la más importante de la población y que fue elegida para la unión en matrimonio de la infanta Isabel, hija de los Reyes Católicos, con Manuel El Afortunado, rey de Portugal, en 1497. Un hecho que todos los años es recreado por los valencianos en la “Boda Regia”, un evento que en agosto colorea las calles de Valencia con un aire medieval.
Dicha iglesia, que data del siglo XVI y construida sobre una románica del siglo XIII, ha sido declarada Monumento Histórico-Artístico y en su interior se encuentra un magnífico retablo barroco de José de Churriguera. Pero no es la única iglesia de Valencia, también encontramos la Iglesia de la Encarnación, el Convento de Santa Clara o, fuera del casco urbano, la ermita de los Remedios; una hermosa capilla en un enclave privilegiado, y la de Valbón, situada en un cerro de alto valor paisajístico pero en estado de ruina. De hecho, esta ermita engrosó la Lista Roja del Patrimonio Español, de la que salió después gracias a unas obras que trataron de consolidar su estado, que continúa bastante deteriorado.
Pero si por algo es de mención Valencia de Alcántara es por su Barrio Judío-Gótico. Una zona en la que el visitante disfrutará de sus de intrincadas y estrechas calles llenas de encanto, con sus casas modestas de dos plantas con paredes encaladas y portales hechos en piedra; apuntados, ojivales o adinteladas. Conserva varias reliquias en su trazado, como la antigua sinagoga de los siglos XIV-XV, hoy reformada y que se trata de la única en la frontera entre Extremadura y Portugal. El barrio fue declarado BIC con categoría de Conjunto Histórico en 1997, y es uno de los más extensos de esta tipología en la comunidad autónoma.
Valencia, como otras poblaciones del territorio, ha vivido y sigue viviendo en consonancia con Portugal, y eso se deja ver en su historia, sus costumbres, su gastronomía o el propio trasiego de las gentes, que muchas veces se entienden aun hablando dos idiomas distintos.